Parece extraño qué una rama de la filosofía
dominada por el materialismo como lo es la filosofía de la mente, aparezca un
libro de corte místico-idealista que proponga otra forma de entender el
fenómeno de la conciencia.
David Bentley Hart es un filósofo para nada
ortodoxo, si bien su pensamiento está determinado por el idealismo no significa
que se adhiera a los cánones de las ideas puras. Para muestra, su libro más
reciente: Todas las Cosas están Habitadas por dioses.
Introducción: Sobre un Coloquio Divino.
Hart presenta sus ideas en forma de dialogo,
llama la atención que el título de la introducción sea “un coloquio divino “,
porque como lo menciona al final de la introducción, el diálogo es la mejor
manera de presentar ideas filosóficas.
La historia de la filosofía de la mente en
la tradición occidental ha estado dominada por el materialismo. Lo interesante
es qué las críticas al campo de la conciencia no han llegado desde el mismo campo
idealista sino desde pensadores ateos y agnósticos qué se identifican con algún
tipo de materialismo.
Una de las primeras críticas qué hace Hart está
relacionada con la historia de la filosofía de la mente. Hart crítica la fastuosidad
de las obras escritas sobre el tema. Está fastuosidad no permite a los autores
llegar a conclusiones atinadas por parte de los filósofos qué se han adentrado
en el campo. Esté par de factores son según Hart producto de la extravagancia y
la falta de explicaciones. Después de todo, dice Hart, casi siempre las
soluciones propuestas a las cuestiones del origen y la naturaleza de la mente,
realmente no son soluciones, sino simples reformulaciones de la misma cuestión.
Hart trata al modelo materialista de la
filosofía de la mente cómo prejuicio. La materia gobernada por leyes puramente
mecanicistas cómo fundamento de la realidad, incluida la mente no es ni más
racional ni más empíricamente admisible.
“Todo el esfuerzo sobre el proyecto dónde
se basa el estado actual de la filosofía de mente no es más qué el afán por
mantener ese prejuicio cómo si fuera una conclusión racionalmente implícita,
sin importar las contorsiones de razonamiento que esto pueda requerir “.
La eliminación del fenómeno es otra crítica
qué hace Hart al enfoque materialista de la filosofía de la mente, la
consecuencia es un “trágico cautiverio de la razón convertido en un árido
dogmatismo.”
Si bien, como ya lo mencione, durante décadas
la filosofía de la mente ha estado dominada por el materialismo; la hipótesis
de Hart opta por no reducir la mente a causas materiales solamente, sin
embargo, propone una forma diferente de mostrar sus avances con respecto a la
qué a hecho la filosofía anglosajona. Hart dice qué los filósofos analíticos
quiénes estudian la cuestión de la mente lo hacen desde un modelo hermético
Cartesiano.
El resultado del problema mente-cuerpo
supone para Hart dos opciones: un materialismo total dónde las realidades mentales
son reducibles a causas físicas o un dualismo radical que considera lo mental y
lo material como dos realidades irreconciliables. Incluso dentro del espectro
filosófico todavía habrá uno qué otro filósofo que se ajuste al idealismo del
tipo Berkeliano como una tercera opción. El problema con esté tipo de idealismo
es que aquí “la realidad fenomenal no es otra cosa que una colección de
impresiones mentales, que no son inherentes a ningún sustrato material,
desprovistas de cualquier poder causal (es decir, mecánico) independiente; en
esta visión de las cosas, somos realmente almas incorpóreas —o, en todo caso,
almas cuyos “cuerpos” son inmateriales— que simplemente participamos por la
gracia de Dios en el sueño divino de un mundo concreto.”
Antes de continuar tenemos que detenernos a
preguntar: ¿Qué opciones tenemos? ¿Pertenecemos a una máquina cósmica
generadora de agencia mental o una imagen cartesiana que propone la creación de
un alma?
Ante los cuestionamientos arriba señalados,
Hart rechaza tres posiciones de las teorías de la mente:
-La visión mecanicista de la materia. La
naturaleza es el producto de una causa puramente mecánica.
-La visión de la mente cómo mera res
cogitans (un algo pensante) asociado extrínsecamente con un orden material
mecánico.
-Toda teoría que afirme que la mente surge
de una realidad no mental.
Después de negar lo qué no creé, pasa a
afirmar lo qué si creé. Hart cómo teólogo por definición debe adherirse al
sistema idealista, pero es específico al respecto porque niega el idealismo de
Berkeley, sin embargo, se considera más clásico y antiguo. El idealismo de Hart
es del tipo “panpsiquista”, más adelante definiré esté terminó porque hasta el
momento no está claro hasta dónde integra Hart un panpsiquismo tradicional ya
qué además se considera un vitalista que define la vida cómo “lógica orgánica”
que desde un inicio crea, gobierna y forma desde dentro la vida misma.
La vida es un fenómeno inexplicable en
términos mecanicistas según Hart. En éste punto es dónde el autor usa el fenómeno
como participante de la realidad en un acto infinito de conocimiento, al que
llama Dios. Pero notemos qué esté Dios no se aproxima a la visión cristiana
occidental. Más bien describe su proyecto desde una perspectiva Oriental al
afirmar:
-La consciencia es Brahman [Divinidad]” o
“Brahman es mente”
- Tat tvam asi: “Eso [la presencia divina
en todas las cosas] es lo que eres”
-Aham brahm-āsmi: “Yo soy la Divinidad” o,
tal vez, “Este ‘Yo’ es divino”; y, está sobre todo.
-Ayam Ātmā Brahma: “Este Ātman [espíritu,
el ser supremo] es Brahman”.
El mismo Hart aclara que está perspectiva
es “una concepción esencialmente ‘neoplatónica’ de la mente en relación con el
ser. Pero también es una forma griega de pensar la esencia al querer demostrar que
“en el principio era el Logos”.
El proyecto de Hart intenta afirmar qué la
filosofía de la mente esta atrapada en un “cautiverio analítico”, de la
tradición anglófona. Y propone la aplicación de métodos y perspectivas ajenos a
la corriente analítica, estos métodos y perspectivas podrían provenir de la
tradición continental, la filosofía hindú clásica, o cualquier otro enfoque qué
ayude a transmitir los hechos de la mente cómo una totalidad indivisible en vez
de una colección de capacidades desconectadas.
Me gustaría terminar este resumen de la
introducción con una cita del libro, como lo exprese al inicio, Hart usa el
dialogo para concretar sus ideas y esté es el ejemplo:
“Psique habla por mis convicciones respecto
a la estructura de la vida y la mente, Hermes habla por mi visión de los
misterios y la naturaleza del lenguaje, y Eros habla por mis creencias respecto
al fin último del deseo racional y la intención mental, todo es bastante obvio;
pero Hefesto también habla por mí, o en todo caso por mis dudas y vacilaciones,
mi impaciencia con una actitud de absoluta certeza donde cierto grado de
incertidumbre parece no sólo inevitable sino virtuosa, y quizás incluso por mi
frustración al no ser más capaz que cualquier otra persona de demostrar que mis
convicciones sobre estos temas son absolutamente correctas, al mundo en general
o incluso a mí mismo. Soy partidario de Psique, Hermes y Eros, es cierto; pero
Hefesto es parte de mí.”
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