Yo formo parte del fango, de esos intelectualoides que leen en su rincón en lugar de comulgar con los demás durante las retransmisiones de los partidos de fútbol en la televisión.
Hacia el año de 2008 apareció La Fuerza de Existir, que además añadía en su título, un Manifiesto Hedonista del filósofo francés Michel Onfray. Diecisiete años después, la palabra hedonista sigue sin conseguir adeptos salvo para un pequeño círculo de seguidores del francés. El hedonismo también ha perdido su significado, el cuál no corresponde a su sentido filosófico antiguo.
La tradición filosófica occidental como denuncia Onfray en casi todos sus libros ha relegado al hedonismo a una colección de anécdotas. La fuerza de existir pretende ser una filosofía de la vida, una posible filosofía existencial. Onfray pretende ser esa voz hedonista que se torna una fuerza para sobrevivir a un siglo que pretende dejarnos vacíos de sentido.
Onfray propone a la cultura como el remedio contra el desprecio, la venganza y el rencor generado por una forma de vida de los tiempos posmodernos.
La idea de está fuerza de existir la toma Onfray de Baruch Spinoza. Onfray ve en la Ética de Spinoza un arte codificado. Spinoza buscó entender a la naturaleza y a Dios por medio de la razón. Onfray intenta lo mismo, aunque su punto de partida es desde un ateísmo radical, es decir, deja afuera la idea de Dios. De alguna manera está siguiendo a la tradición cínica. Tanto Onfray como Spinoza buscan en la razón el orden de las cosas. Buscan una concepción ética de la vida que los llevé a entender la libertad.
Es necesario notar que todos los filósofos después de Spinoza que le han estudiado han llegado a determinar que hay concepto al que llaman: “conatus”.
“Conato” o “Conatus” es la esencia de todo ser. Es una tendencia innata a perseverar. Pero también es un deseo de existir. Así como un deseo de poder, el poder de adquirir conocimiento sobre uno mismo y el mundo.
Es el deseo, la esencia y el poder del ser quienes usan a la razón para ordenar la vida y darle sentido. Onfray le llama la vida ética, que es la vida del autoconocimiento y del conocimiento de la naturaleza que nos llevará al siguiente nivel: la libertad.
Esa libertad a la que accedemos por medio de nuestra fuerza de existir nos permite entender el significado de la vida. Para Spinoza la Ética demostró que hay una imagen objetiva de la realidad a la cuál pertenecemos y a la que es posible comprender.
En la fuerza de existir, Onfray contribuye por medio de las ideas de Spinoza a crear un sistema filosófico que explique la naturaleza del universo y del ser humano a través de un recorrido por la historia del hedonismo. Para lograr su objetivo, Onfray recurre a la narración autobiográfica. Educado en un monasterio de la orden Salesiana, nuestro anarquista aprende conceptos cómo disciplina, castigo, bien y mal , pero sobre todo algo a lo que llama: la ley del silencio que rodea la pederastia. Onfray se propone desafiar al mundo de las marionetas que actúan sobre un escenario demasiado grande para sus pequeños destinos.
Encontrar la libertad es librarse de resentimientos. En ese sentido, como lo mencioné al inicio la propuesta cultural y artística del filósofo a través de la escritura es una herramienta para encontrar nuestra fuerza de existir.
“Para no morir a causa de los hombres y su negatividad, para mí existieron los libros, luego la música, en una palabra, el arte, y, sobre todo, la filosofía. La escritura le puso el broche de oro a ese conjunto.”
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