Conozco a un seguidor de Cristo que hace catorce años fue llevado al tercer cielo (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe). (3) Y sé que este hombre (no sé si en el cuerpo o aparte del cuerpo; Dios lo sabe) (4) fue llevado al paraíso y escuchó cosas indecibles que a los humanos no se nos permite expresar.
2Co 12:2-4
James D. Tabor, es académico y profesor de judaísmo antiguo y cristianismo primitivo. En su disertación para obtener el grado de doctor, presentó el trabajo: Things Unutterable: Paul's Ascent to Paradise in Its Greco-Roman, Judaic, and Early Christian Contexts. Studies in Judaism. Lanham, Md., and London: University Press of America, 1986. Pp. x+ 155.
La disertación de Tabor, es una interpretación convincente
sobre el relato autobiográfico del apóstol Pablo. El trabajo de Tabor,
“enfatiza las inclinaciones extáticas y mágico-místicas del apóstol.”[1]
A diferencia del Pablo presentado por la tradición cristiana, el Pablo de
Tabor, al menos en este pasaje, no es el humilde misionero, sino un judío
empapado del ambiente apocalíptico producto de su época. Aquí Pablo está
convencido que Dios tiene un plan para la humanidad, que será transformada y
glorificada. En opinión de Tabor, “el apóstol mismo viene virtualmente a
reemplazar a Cristo. Se podría entonces hablar legítimamente de ‘Paulología’ en
vez de ‘cristología’ en los futuros estudios paulinos.”[2]
El propósito de Pablo, es invalidar los argumentos de sus oponentes
y levantar los suyos propios. Además, Pablo se jacta de su destreza mágico-espiritual,
y revolotea en el borde de la credibilidad.[3]
En el capítulo 3, Tabor desarrolla cuatro categorías que nos ayudaran a entender
la ascensión celestial, ya que explican la forma cómo viaja una persona en su
ascenso, lo que ve, las técnicas, etc.[4]
Son estás categorías las que explicaremos brevemente.
En el mundo antiguo, Pablo no fue el único que tuvo
experiencias mágicas o místicas. Hubo en las diferentes culturas y religiones
alrededor del mediterráneo personas que tuvieron este tipo de éxtasis. Los
fenómenos de viajes celestiales, incluso pueden ser rastreados algunos siglos
atrás. Tabor, analiza y registra no solo figuras legendarias sino también históricas
que ascendieron al cielo. Los viajeros, pueden ser de varios tipos, a cada uno
le corresponde su significado, contexto e implicaciones. Los viajes al cielo
son para las religiones del mediterráneo un fenómeno vital.
La Biblia registra al menos cinco personajes que dicen haber
subido o visitado el cielo. Enoc (Gen. 5:24), Elías (2 Reyes 2:1-2), Jesús (Lc.
24:51; Hch. 1:9), Pablo (2 Cor. 12:2-4) y Juan (Rev. 4:1). Aunque no subieron
literalmente al cielo, figuras como Moisés, Aron, los sabios de Israel y
Miqueas, también reportaron algún tipo de viaje celestial. Otra figura
importante es Daniel, pero de él tendríamos que hablar en otra ocasión.
La pregunta: ¿estuvo Pablo en el cielo?, se torna complicada
no solo para el cristianismo sino también para las religiones del Antiguo
Próximo Oriente debido a que su contexto sólo les permite incrustarse en el
período Helénico.
La solución que propone Tabor es dividir la historia en dos
periodos, uno para el Antiguo Próximo Oriente y otro para el periodo Helénico.
Entonces el periodo del Antiguo Próximo Oriente, revisará y estudiará los
textos hebreos solamente, mientras que el periodo Helénico, analizará los
textos del Nuevo Testamento.
Ascensión como invasión del cielo.
La cosmología básica del Antiguo Testamento presenta a los
mortales viviendo en la tierra, no en el cielo y los muertos en el Sheol. No
existe la idea de un cielo como hogar de los humanos. Simplemente no hay
registro de que los humanos vivieran en el cielo durante el periodo del Antiguo
Testamento, pero si la encontramos, podríamos hablar solo en términos de una
intrusión o invasión al reino divino.
En la literatura del Antiguo Próximo Oriente, existen
menciones de héroes que intentaron entrar al cielo. Sin embargo, en la
literatura hebrea, personajes como Enoc y Elías solo intentaron invadir el
cielo, su propósito no era vivir ahí. Si contrastamos la información que
tenemos de Enoc y Elías, con la de los patriarcas del judaísmo como Abraham, Moisés
y David, notaremos que éstos mueren y van al Sheol, mientras que Enoc y Elías
“caminan con Dios”. Notemos que hay ambigüedad en el texto de Enoc. La versión
Reina Valera traduce: “Caminó,
pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios” (Gen. 5:24);
mientras que la NVI traduce: “y
como anduvo fielmente con Dios, un día desapareció porque Dios se lo llevó.”
El judaísmo y el cristianismo han interpretado el texto de
Enoc en términos de “ascender al cielo” para vivir ahí. Sin embargo, la raíz
haw-lak’ tiene una variedad de aplicaciones, ya sea bien en sentido literal o
figurado. En un contexto más amplio, el verbo podría traducirse como “ir más
allá” haciendo referencia a un viaje especial en la tierra. Elías es el otro
caso, el viaje que realizo pudo haber sido a otra área geográfica a través de
la atmósfera, que es diferente a subir al cielo. En el Segundo libro de
Crónicas 21:12-15, el rey Jorán
recibe una carta de Elías escrita tiempo después de la ascensión de su
ascensión.
Ascensión para recibir revelación.
Es un viaje circular entre la tierra y el cielo en dónde se
obtiene algún tipo de visión celestial para después regresar a la vida normal. Es
una visita, pero no una intrusión. Un paralelo cercano podría ser el de Moisés
en Éxodo 24 donde sube al Sinaí. Moisés recibió revelación por medio de las
tablas del pacto. El llamado profético de Isaías es otro ejemplo. La forma cómo
asciende Isaías es por medio de visión. Incluso siendo mortal puede acceder al
cielo y traer revelación. El significado de tal ascensión no es más que un
símbolo de autoridad.
En el contexto de la cultura griega, el paralelo más cercano
lo encontramos en el proemio de Parménides. Narra el ascenso a través de una
puerta luminosa donde es recibido por una diosa. La revelación en el mundo griego
arcaico se daba por medio de epifanías, oráculos, sueños, visiones, etc. Pero
no eran conducidos hasta el trono de Zeus como en el caso de Isaías.
Ascenso a la vida inmortalidad celestial.
Es el ascenso final. El ser mortal obtiene la inmortalidad o
deja atrás las características físicas, a través de un ascenso permanente al
reino celestial. El problema es que aquí encontramos dos ideas traslapadas.
Primero, el héroe, gobernador o individuo con
características extraordinarias ha obtenido existencia inmortal celestial.
Segundo, la idea general del alma humana unida a las condiciones mortales puede
encontrar lugar en la vida inmortal celestial. El cambio fundamental de está
vida radica en la percepción de la morada humana. La coexistencia con las ideas
helenistas es patente en esta vida futura. El Nuevo Testamento es el ejemplo
perfecto que nuestra cómo los mortales pueden obtener inmortalidad celestial.
Jesús es el paradigma del justo que asciende al cielo. El
Nuevo Testamento es totalmente parte del proceso de helenización en donde las
ideas de resurrección de los muertos, inmortalidad del alma y ascensión eran la
norma más que la excepción.
Ascensión como adelanto del mundo celestial.
Envuelve una jornada o visita al cielo que funciona como un
adelanto o anticipación de un ascenso permanente o final a la vida celestial.
Es similar a la categoría anterior, sin embargo, mantienen sus diferencias. Por
ejemplo, Isaías mira el trono de Dios, pero vuelve a la tierra, vive y muere
para ser llevado al Sheol. Los cristianos elaboraron una comprensión particular
de este ascenso tomando modelos judíos, como en el texto que habla de la
Ascensión de Isaías.
Para nuestro interés, tenemos el texto del ascenso de Pablo
en 2 Cor. 12:2-4 del Nuevo Testamento. El texto muestra evidencia de la
práctica de aquellos días sobre el ascenso al cielo en círculos
judeo-cristianos, en contraste con el motivo puramente literario usado para
obtener autoridad celestial de un texto. La experiencia de Pablo funciona como
una glorificación celestial esperada mediante el regreso de Cristo.
Existen nexos definitivos entre el lenguaje y las ideas de
textos judíos del segundo templo, el testimonio de Pablo y las tradiciones de
la merkabá tanaítica y amoraica. En materiales no Judeo-cristianos, se
encuentra el testimonio de Cicerón conocido como El sueño de Escipión el
Africano en la República. El texto es un tipo de declaración universal sobre el
evangelio de la inmortalidad celestial. También se encuentra el texto gnóstico
Poimandrés en el Corpus Hermeticum, hallado en la categoría de ascenso.
También hay un texto importante en los Papiros Mágicos
Griegos, erróneamente llamado "Liturgia de Mitras". Proporciona al
iniciado que desea ascender al cielo una guía para hacer el viaje con todos sus
peligros y potenciales. Hay textos judíos como Hekhalot Rabbati que tienen
fuertes paralelismos con tales materiales mágicos, mostrando que estamos
tratando aquí con un fenómeno internacional de la antigüedad tardía. También es
probable que los ritos de iniciación en algunas de las llamadas
"religiones de misterio", como la de Isis, incluyeran tales
experiencias prolépticas de ascensión al cielo.
Para el cristianismo, la experiencia de Pablo en 2 de Corintios, es el único relato autobiográfico del período del Segundo Templo.
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